Cambio, cambiamos, cambiemos

Ayer era la segunda vuelta de la elección presidencial argentina, o lo que ellos llama ridículamente "balotaje", pamplinas.
Lo cierto es que se trataba de un enfrentamiento entre derecha e izquierda, oposición contra gobierno, aires nuevos o los mismos aires.
Ganó la oposición, los nuevos aires, el cambio y los cambiamos, el millón de votos de diferencia, el sí podemos, etc. Puras frases cliché, lugares comunes, palabras galucheras como le dicen a las frases fáciles y ostentosamente sensibleras.
Miraba los discursos de ambos candidatos y era asombroso:
- scioli, de chaqueta, estático, indolente, parco, pero sonriendo (¿raro o no?), daba cuenta de la derrota, reconocía que la Argentina lo había hecho tan bien que ahora macri debía continuar esta gran obra, transformar el país, industrializarlo (¿?) aún más, continuar con la obra de la familia K, uffff, y ya no sé qué más porque cambié el canal.
- macri, en mangas de camina, se paseaba como rock star, agradeciendo, y soltando frases como "este es el país con más cantidad de emprendedores" (aquí en Chile nos dicen la misma tontera), que "el país lo hacemos todo" (vaya novedad), que "lo eligieron porque no era un iluminado, pero sí un facilitador" (interesante, no soy pero lo soy) y suma y sigue.

Escucho a estos personajes y pienso "¿nos tocará a nosotros algo similar en dos años más?"

A nosotros nos vendieron el cuento del cambio, con una estrella de colores, la sensación que ya era el momento de hacer un desvío en la historia, modificar la forma de hacer las cosas para agrandar un país, para llenarlo de emoción y fuerza.
Sin embargo, nada presagiaba que semanas antes de comenzar el nuevo gobierno tuviera lugar un terremoto desproporcionado y con tsunami incluído y vuelta a cero, a postergarse se ha dicho, a aminorar la marcha, a suspender los cambios porque la plata hay que usarla para otras cosas.
Hoy en día, mirando con perspectiva, de no haberse verificado el terremoto del 27-F quizás las cosas habrían sido totalmente diferentes, en verdad los cambios propuestos habrían tenido lugar, en fin, estaríamos viviendo en otro país, y todos los cambios impulsados por la coalición actualmente al mando no habrían ocurrido porque los otrora gobernantes se habrían reelegido.
Pero somos un país sin memoria, quizás antojadizamente desmemoriados, pero como pueblo solo conocemos una consigna: si algo hay que cambiar, que sea por poco tiempo, luego vendrán otras a deshacer lo hecho y volveremos a lo mismo.

Cambio, cambiamos, cambiemos, son lindas palabras que quedan en lo que son si no van acompañadas de sueños, emoción, mediciones, rendiciones de cuentas y cumplimiento, y al igual que un niño al que le prometes un helado si se porta bien, quizás lo mismo debieran hacer con nosotros, cumplir con darnos el helado, insistir en que los compromisos se cumplen y si no se puede, explicar por qué no se puede.

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