CASO LA POLAR: ¿LLEGAR Y LLEVAR?

Me acuerdo cuando niño que la multitienda La Polar tenía un jingle muy gracioso, que terminaba diciendo "Llegar y llevar".
Bueno, después de lo ocurrido estos últimos días, todo indica que ese jingle ha formato parte del ADN de la empresa, a tal punto que para aquellos pobres cristianos que se endeudaron creyendo que tendría todo a su alcance, la realidad se les hizo un tormento, las deudas triplicaron y hoy se han visto envueltos en un escándalo parecido al sub prime.
¿Quien diría? Nosotros que nos vanagloriamos de haber sorteado con la eficacia de un chicagoboy y el sigilo de un ninja la última gran depresión económica, ahora nos enfrentamos a un escándalo desproporcionado, que lleva a su haber 2 presidentes de directorio renunciados y una acción galopando a una estrepitosa caída y hundimiento.
¿Qué hay detrás o qué hubo detrás? Fácil: codicia, nada más que codicia.
Pensémoslo por un instante: para que una empresa abierta en bolsa sea económicamente interesante, tiene que tener un patrimonio interesante, clientes interesantes, productos interesantes.
Para que una empresa que tiene un sistema de préstamos interno sea viable, tiene que tener una cartera de deudores buenos para endeudarse y buenos para pagar; pero para que no le pase la cuenta la obligación de provisionar las carteras de deudas, su número de clientes ha de ser uno menor.
Entonces, para que lo anterior ocurra solo hay tres caminos: o prestas poco pero a personas que saben pagar; o prestas harto sin fijarte si el deudor puede o no pagar; o tienes un departamento de cobranza peor que los fiscalizadores del SII y sales como una bestia a cobrar.
¿Qué pasó con La Polar? JUstamente que las deudas eran tantas y la presión de rebajar cartera igual o mayor, que se pusieron a dar crédito sin que se los pidieran, y como el precio de un crédito es su interés, entonces no podían dejar de cobrarlo, y para lo anterior es que se recalculaba todo, dejaban al deudor limpio, sin mora, y pero pagando 2 o más veces lo que inicialmente debía.
Al final, a La Polar llegaron y se la llevaron aquellos que entendieron el negocio y descubrieron lo interesante que era.
Veremos en qué acaba todo esto, yo creo que el fantasma de la quiebra no existe ahora, pero al menos todos los que prestan tendrán que sincerarse, y en estas circunstancias, mejor será prepararse para lo que nadie espera.

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