ENERO, 2009

El otro día hablaba con la suegra de mi hermana que es una connotada sicóloga a raíz de su columna en un diario, en la que decía que el año nuevo era para algunos la posibilidad de renovarse y de hacer borrón y cuenta nueva, de forma tal que todo lo hecho o deshecho o maltrecho del año anterior, quedaría enterrado con el avenimiento del nuevo año; pero que en realidad el año nuevo no era más que un cambio de números, una partuza y estamos.

Pues bien, a la deriva entre creer y no creer que el año nuevo es sinónimo de renovación/reconversión, he llegado a la conclusión que la suegra de mi hermana tenía razón.

Este Enero de 2009 ha sido un mes de locura, además de caluroso y extraño, ha sido un mes en el que la muerte se ha asomado por mi ventana, en que he tenido que incurrir en despedidas, en el que las penas no las he logrado sacar de la guata, en que el descanso no ha sido suficiente, en que las obligaciones no cesan de atacarme día a día y en el que me sigo exigiendo hacer las cosas mejor de como las hice antaño.

Sin embargo, no ha sido del todo malo este inicio de año, viejos y peleados juicios he cerrado, me han visitado amigos de ultramar, mi hermana londinense ha venido a visitarnos, mi hermana chica se casó, a mi otra hermana chica le quitaron los frenillos, mi otro hermano chico se compró moto nueva y su polola se operó los ojos y ve mucho mejor, mi hermano grande sigue en Bali pero ahora escribiendo en un blog y mi señora está en proceso de cambios e introspección y que siento que marcará para ella (y por añadidura para mi) un nuevo período en nuestras vidas.

Quizás la magia del 11 sea esta, que nos lleva como péndulos de un lado a otro, que nos da y nos quita lo mejor, y en el mundo de los equilibrios, buscar el centro es a veces lo mejor.

Comentarios