ISMAEL SERRANO, Y EN VIVO

Debo reconocerlo, Ismael Serrano es un hombre especial, que canta de modo cercano pero que en concierto poca cercanía tiene.
Le había escuchado un sinnúmero de veces el mismo disco en vivo (Principio de Incertidumbre) y la verdad es que me lo imaginaba metido en la mitad del público, invitándolo a seguirlo en sus letras mezcladas de lugares comúnes, sentido común y sencillez común.
Bueno, anoche me fui con la Lucha a su concierto al Arena Santiago (por la cresta qué acierto de local es este: fácil llegar, fácil salir, fácil estacionarse, limpio, luminoso, ordenado, amplio), y el mismo debía versar sobre su último disco. Teníamos entradas para la fila 12 del sector platinium (es cierto, nos pusimos generosos y burgueses, buenos asientos y con gran vista, por decir lo menos) y todo pintaba para ser de esas experiencias generosas en emociones para la vida.
Nos aprestamos en nuestras sillas, me tocó un bruto de metro noventa al lado que no cabía en el sillín y ocupaba 1/4 de mi humilde localía, además de luego abrir sus largas piernas de par en par durante todo el concierto lo que me provocó diversos adormecimientos de mis partes inferiores.
Pero bueno, el concierto empezó a eso de las 9.15 pm, el local estaba a medio llenar y la gente enfervorizda, aplaudiendo para presionar la salida del cantor.
Pero bueno, salió Ismael, guitarra colgada al cuello, y métele cantando.
Al terminar su primera tonada presentó su banda, todos hombres entrados en años y rollos, graciosos músicos españoles que me hicieron evocar a un conjunto de parroquianos metidos en esos bares de pueblo andaluz, curados con lo que hubiera para tomar, llorando su pasado y riéndose de su presente, es decir, la típica postal bucólica de la "España profunda", de aquella que no logró recuperarse del todo de la Guerra Civil y de la Comunidad Económica.
Así fue como Ismael se dio el lujo de tocar, hablar, reirse y recordarnos lo débiles y poco autocríticos que somos durante largas 2 horas y media. Debo insistir en lo que dije al principio: no hubo interacción con el "honorable público presente"; cualquier intromisión del coro popular solo tenia lugar cuando don Ismael daba la pasada, pero de ese coqueteo tan típico y bien recibido por las huestes de los fans clubs y blogs de dedicación exclusiva, ni reminiscencias hubo. Don Isma vino a hacer su pega y está: cantar e involucrar en su juego a la gente por la vía de la música, nada más.
Pero lo bueno vendría a continuación: el chaval dejó a todos boquiabiertos al hacer 3 salidas más, 2 a capela y 1 con su banda. La última fue notable, profundamente notable, sin anestesia, con todas las luces encendidas, como quien quiere seguir la fiesta no obstante ya haya amanecido o la dueña de casa haya decidido prender las luces del living para que todos comenzaran a irse. Así fue como cerró su presentación, regalando lo que sabe hacer: cantar y hacerte cantar, sin engañar con promesas al estilo Julio Iglesias o Bosé o Bono. Nada de eso, al cayo, directo, sin rodeos, a hacer la pega y punto.

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