Mi amigo Javier

A mi amigo javier lo conocí hace 27 años, en el colegio; eramos compañeros de curso y desde primero básico hasta sexto atendimos las mismas clases e hicimos las mismas idioteces.
Mi amigo Javier lo tenía todo (o bien, sus papás): tenía un par de estaciones espaciales de Lego que te cagas (eran objeto de mi admiración y profundísima envidia), tenía un par de motos plasticas de 3 ruedas 100% yanki, la zorra, tenían microondas, refrigerador con ice maker y un perro labrador amarillo precioso que se llamaba yeller.
El papá de mi amigo javier trabajaba en IBM (yo creía que IBM significaba International Beaches Machines pero fue mi padre el que oportunamente me corrigió y me explicó que la B era de business, negocios, no de beaches, o sea, playas).
Fueron 6 largos años de profunda amistad, entrañable, sin perjuicio que yo segui mi camino en cierto sentido pues jugaba rugby, iba a socuts, era más lento en lo que aprendizaje se refiere (eran esos años sicopedagoga, en segundo básico, mala época, año 82, un desastre a gran escala para todo el mundo), y con amigos distintos en distintos lugares y entornos.
Era gracioso, cada vez que iba a la casa de mi amigo Javier llegaba de vuelta a mi casa y le contaba a todos todo lo que tenía la casa de javier y javier mismo, y los deja locos, me decían qué bueno qué fantástico y déjate de hablar que nos tienes mareados.
A mi amigo javier lo dejé de ver cuando me cambie de colegio. Luego lo vi un par de veces más, las podría contar con los dedos de una sola mano, sin perjuicio que me informaba por terceros de lo que hacía, de en qué estaba.
Fue hace 3 años atrás, saliendo del metro cuando me reecontré con mi amigo Javier; raro y especial, con la sensación de haber pasado por muchas cosas pero que la amistad seguía tal como la dejamos 18 años atrás. El me contó que vivía en Canadá porque su señora estaba haciendo un doctorado y que por esos días andaba en el proceso de entierro de su papá (sí, el señor de IBM).
Quedamos en vernos y juntarnos, nos dimos nuestros datos, nos regalamos un gran abrazo y cada uno siguió para su lado.
En el interín nos escribimos de vez en vez, no mucho, lo necesario para saber de nuestras vidas y existencias.
Cuando volví de UK y estaba en la oficina, por esas cosas de la vida llamó mi amigo Javier para pedirme ayuda. Notable, ya contaban 2 años sin verlo, notable. Rápidamente nos pusimos al día y quedamos en juntarnos más.
Así las cosas, pasó un nuevo año y finalmente nos comenzamos a ver de modo más permanente, es más, fuimos a almorzar a su depto con los niños, y de pasada la lucha lo conoció, además de a su señora Pilar.
Mi amigo javier sigue igual, más viejo y con más experiencia, pero igual. De repente se me superponen las dos figuras, como si empezaran a jugar entre ellas, y es gracioso, muy gracioso, tan gracioso que de repente espero una explosión de gestos del pasado, que de repente caiga del cielo su juego de Lego o que vuelvan a rodar sus tricilos plásticos o que vayamos a su casa en La Reina y juguemos en la calle, nos tiremos por la bajada de autos de su casa, tratemos de pasear a su perro yeller, y comamos pan de molde con queso redetido en el microondas; y luego sentir que se me pasó la tarde y llegue a mi casa de Ebro y le cuente a mi mamá todas las cosas que hice y me dieron y mi mamá me mirara con cara de ternura y me contuviera mis penas por no tener lo que tenía mi amigo Javier.

Comentarios

Juan dijo…
Notable historia!!!!!!!!!!!!!!!