NAVIDAD

Esta navidad está siendo más diferente que nunca, a lo mejor por los cambios de aires desde que volvimos, el que la familia esté rearmándose, en fin, un sinfin de causas.
Lo cierto es que desde hace días me he puesto en la tarea de evocar los recuerdos de mi niñez de estos días, y en especial los días de vísperas de estas fechas tan especiales. Por ejemplo, ayer recordaba cómo de niño se me hacía interminable la espera de mi papá para que el día antes de la navidad llegara más temprano de la oficina y nos llevara a la piscina del clube a bañarnos, y la actividad se completaba con él bañándose con nosotros en la piscina, luego tomando unos helads y ya cuando el sol comenzaba a caer, vestirnos e irnos a la casa, a esperar un poco más para que llegara la noche y celebraramos la navidad. También he recordado el calor, la locura de las calles, la gente agolpada por doquier cargada de bolsas, o el que de repente la casa se llenara de luces y bolas de colores colgadas de un árbol roñoso que mi mamá guardaba en una caja igual de roñosa año a año (al final era un palo con ramas de alambre percudidas y gastadas por los años - qué le habrá pasado a ése árbol de mi infancia?). También me he acordado de aquella visita que alguna vez le hice al viejo pascuero con mi Tata y el funcionario tenía feas mejillas teñidas más por el tinto que por los años o el calor.
En fin, la navidad es y ha sido y está siendo una mezcla de sensaciones que me llevan al pasado y que me trae de vuelta.
Ayer andaba por un centro comercial y veía a unos niños chicos hechos unos locos, llenos de excitación y ansiedad por esta fecha; como que los regalos cobraran vida propia y se colaran hasta por los poros.
Lo anterior me lleva a pensar acerca de la navidad también como sinónimo de "segunda oportunidad para celebrar un cumpleaños", una nueva ocasión, forzada esta vez por la tradición y las costumbres, de llenar de regalos a los más chicos. No me molesta lo anterior, pues al verle a esos niños la cara llena de alegría al abrir los paquetes me hace volver a mi pasado y gozar junto a ellos la maravilla de esta fiesta: llevar más alegría a la vida.
En fin, así es la navidad, un conjunto de sensaciones, sentimientos, recuerdos, emociones, y conforme pasan los años y veo a mis hijos como se van imbuyendo de este proceso de finales de año, me voy dando cuenta que me voy poniendo más viejo.
Muchos cariños a todos.

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