THE PIXIES: COMO SE NOS PASA EL TIEMPO

Dado que estoy de vacaciones, con 100% de acceso a la internet y mucho que pensar y poco que hacer, hoy anduve bajando un nuevo programa para mi ya recargado computador. En fin, bajé por enésima vez el quick time player de Apple (no me anda muy bien en mi maquina que es un PC antiappleselfsupportedpersonalcomputerdevice), pero en fin, lo bajé y veremos cómo anda.
Todo lo anterior me llevó a que probando sus nuevas virtudes (oye, es la versión 7 del Quick Time) me conectara a través del mismo y al desplegarse la informción en la pantalla, encontré a uno de los grupos que marcó mi adolescencia: The Pixies. Notables estos punkies gringos de formidables acordes, mucha guitarra, letras distractivas, carátulas de discos desquiciadas y provocativas.
En fin, en la dirección que copio a continuación encontrarán tres videos de su gira 2004:
http://www.rhino.com/retrovid/VideoKeeper.lasso?Artist=Pixies&partner=quicktime

Notable ver a Joe Black, el guitarrista y voz de los Pixies, algo (bastante) entrado en carnes, con más de 40 años a cuesta (yo tengo 30 y a la edad que los comencé a escuchar, mi tío y adebe haber andado por los 30, de seguro), y la sensación fue como ver a los Pink Floyd tocando en el concierto por el Sida en Londres en el mes de Julio de este año: todos muy bien vetidos, de blur jeans, camisa o polera, derrochando energía pero en forma muy medida; en fin, un espectáculo.
Todo lo anterior me lleva y me trae a mi situación atual, donde comparto con gente un tanto más jóven y les veo la cara y de cierto modo me veo reflejado en ellos, pero con ventaja (que de algo sirva) y es gracioso, si se puede calificar de algún modo, pues estos cabros, como en algún momento me pasó a mi, están abriéndose paso por el mundo, construyéndose el propio, haciendo cambios y gozando de su jovialidad. Yo me trato de subir al carro, pero el traqueteo me pasa necesariamente la cuenta, y ya no gozo de la fortaleza física de aquellos años. Quizás obra a mi favor que nunca tuve gran cabeza para el trago, que en los finales de mi juventud ya no carreteaba tanto, que no me reventaba todos los fines de semana y que luego que me casé, mi vida se sosegó un tanto más, y con la llegada de la Dominga, las noches de sueño completas se hicieron más escasas.
Pero de todos modos estos días me han servido para descubrirme nuevamente, acordarme de lo que era, de lo que me gusta, tomar más cerveza que de costumbre, carretear un lunes o un domingo, gozar por el solo hecho de gozar, y quizás esa es la lección que nos dejan los pixies: ellos siguen gozando, haciendo lo que siempre les ha gustado, y como han sido gente consecuente, los siguen oyendo y donde quiera que vayan llenan estadios y bares para tranquilizar a esa infinita masa de oyentes que tan solo quieren sorber un pedazo de la historia para luego, cuando sus hijos o nietos les descubran los discos, ellos les puedan decir "esa era música de verdad, de la que te llena los oidos, de la que recuerdas cuando, estando cansado luego de una larga caminata, te llena los pulmones y te ayuda a seguir avanzando".
Así es la vida.

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