HOUSTON, PARECE QUE TENEMOS PROBLEMAS

Cuántas veces he escuchado esa frase? 30, 40, 50 veces? No lo sé, pero me hace gracia recordarla, en especial en este país anglo parlante donde todo el tiempo estoy pensando en gritar a los 4 vientos "Houston, tenemos problemas aquí".
Ya llevo casi 2 meses instalado en este pueblo al sur de Londres, lugar de salida de muchos miles de aquellos mozuelos menores al que les escribe que dieron sus vidas en dos guerras libradas en el continente y fundadas en ideas y locuras extravagantes. Este también fue el pueblo que vio nacer y dar sus primeros pasos al Titanic, sí, ese barquito que se creía una fortaleza inexpugnable pero que bastó que un pedazo de hielo lo chocara para que se partiera por la mitad y la misma mitad de sus pasajeros más la casi totalidad de su tripulación lo siguieran hasta las profundidades del mar del norte.
Y entender a este pueblo inglés ha sido una experiencia realmente sorprendente, en especial a partir de la clase que tuve esta semana. La misma la dio un profesor de origén maltés pero con muchos años años por estas tierras, y por lo visto, la cultura de por acá, además de ser radicalmente excepcional, es una culebra que no se detiene, y cuando necesita romper las reglas, se las arregla para hacerlo y crear una solución, por muy descabellada que parezca.
Todo lo anterior me ha hecho pensar mucho esta semana, pues ejercer el derecho en Chile es una tarea casi mecánica, donde debes sumar 2 + 2 y tienes la solución, pero aquí la idea es pensar, buscar, husmear, elegir, discernir, torcer la regla, hacer el desvío, tomarlo y luego desecharlo. Asimismo, las promesas tienen una fuerza casi sobrenatural, y la equidad es la válvula de escape a todos los problemas.
Como entonces se me hace más necesario que nunca cambiar el switch, y ponerme en los zapatos de estos locos (ya nos lo han dicho hasta el cansancio), a veces miro al techo y me vuelvo a preguntar: ¿qué demonios hago aquí, exponiéndome negligentemente a un sistema de aprendizaje que me deja atónito y paralojizado, pidiendo a gritos auxilio a Houston?
Pero como toda película de astronatas superdotados de la NASA (se han fijado que siempre son físicos nucleares, o químicos, o astrónomos, o lo que sea y nunca hay un doctor, un mecánico automotriz, un maesrto pintor o un simple abogado) que deben enfrentar los problemas que les depara el uso del artifcio llamado "nave espacial", así me he propuesto enfrentar todas las emergencias que me depare este año, siguiéndole la pista a la falla a través de los manuales de mi nave espacial y resolviéndola, y luego, apretar los dientes, cerrar los ojos, invocar a los seres y energías supremas, rogar, y entrar a la atmósfera, añorando que la cabina no se haga mierda y que el paracaídas se abra antes de caer al agua.

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