ULTIMA SEMANA NADIE SE ENOJA

Ya empiezan los descuentos en esta última semana de clases presesionales, y la verdad es que me hace mucha gracia ver a algunos de mis compañeros como sacan cuentas para pasar el curso, aprobarlo meritoriamente, en fin, para lograr la maldita autorización para poder continuar con sus respectivos masters.
Y ver todo desde la perspectiva de los 30 sirve, y bastante. Para que andamos con cosas, yo viene para acá porque quería soltar la cabeza, la lengua, las ideas, aprender mucho más del poco inglés que sabía, darme cuenta que aquí es difícil hacer la diferencia, sacarle una risa al resto, conversar de temas profundos, darse a entender más allá de las limitaciones naturales de concepciones y valores acerca de la vida, en fin, hacer la diferencia, por muy mínima que sea.
Si ayerr estaba celebrando el 18 con mis compatriotas-amigos-camaradas del Chilean Shelter, hoy lo hago con mis compañeros de clases, y lo sorprendente de todo esto es que nadie se fija en las dificultades para darse a entender, todos van para el mismo lado, peleando con sus propias lenguas maternas.
Pero asimismo el tener los 30 te da cierta ventaja, pues vuelves a mirar al resto como si fueran tus hermanos chicos, comienzas a entender que funcionan distinto, que sus objetivos son muy parecidos a los que alguna vez tuvimos a su misma edad, que tienen más cabeza para curarse y fumar, que les encanta salir a hueviar y que les da lo mismo gastarse unas lucas más si a cerveza y carrete se refiere.
He perdido la práctica, de veras, pero esta es la gracia de darse la oportunidad de poder vivir estas experiencias, pues ellas muestran que el mundo es más ancho de lo que creemos, que afuera de nuestras fronteras mentales hay todo un mundo que vive y se desarrolla a plenitud, que palpita en cada instante, que saca sus mejores trajes para las fiestas de ocasión, que nos llevan siglos de delantera, y que por sobre todo, cuando nosotros vamos, ellos ya vienen de vuelta.
De hecho, hoy hablaba con mi compañera Anette, de Noruega, y ella estaba impresionada con el hecho que siempre le anduviera ariendo la puerta y estas sartas de conservadurismos que algunos mantenemos, y lo gracioso es que para ella tanta buena educación debía tener su contrapartida en algo, no sabía qué, pero era algo, y si le doy una vuelta más al asunto, tengo al final que lo que aquí enfrentamos no es más que la igualdad de derechos y sexos llevada al exremo, despiadada y descarada, honesta.
Pero bueno, los choques culturales hacen muy bien, te enseñan cuán grande es el mundo y cuan diferentes somos, nos alecciona acerca del presente y del futuro, nos hace más generosos en nuestras visiones y nos aumenta un par de grados la visión del entorno.
En fin, para aquellos que han experimentado experiencias como esta, bien podrán contar cómo fue la de ellos, pues de esto se trata, de hacer el mundo más mundo y menos geografía.

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