Siempre hago el mismo ejercicio: me detengo, respiro, pienso, recuerdo, y traigo al hoy lo que pasó ayer.
Si la vida fuera siempre así, quizás podríamos viajar al pasado y desarmar los nudos; o quizás no.
Hace más de un mes que partí de casa al decidir separarnos, y han sido tiempos intensos y tormentosos, a veces rudos, otras veces aterrorizantes, de pronto calmados y de repente, detestables.
Mirando hacia atrás, además veo que la vida sigue, pocas cosas cambian; pero pareciera estar más bien un huracán, como en esas imágenes de película en las que el actor principal está detenido pero todo a su alrededor se mueve a una velocidad infernal.
En este mes muchas cosas han pasado, he comenzado a aprender como vivir de separado, cómo hablar con los niños, cómo mirarme sin lastimarme, cómo escuchar sin prejuzgar, en fin, descubrir que descubrir la manera de enfrentar esta nueva vida, y solo.
Había pensado en algún momento ir escribiendo semana a semana, pero no fue posible; pero quizás el esfuerzo deba ser mes a mes.
Solo sé que lo existió como yo creía, dejó de existir, para serlo de un modo diferente.
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